El Gobierno de Castilla-La Mancha declara la Procesión de la Recogida de la Cera de Brihuega como Fiesta de Interés Turístico Regional.
La resolución se ha publicado hoy mismo, 1 de agosto, en el Diario Oficial de la Región. Esta tradición, que se celebra cada 14 de agosto, se remonta al siglo XI y sorprende a los visitantes con su alegría y dinamismo, alejados de cualquier procesión religiosa tradicional.
El equipo de Gobierno de Luis Viejo sigue trabajando para poner en valor el patrimonio inmaterial de Brihuega, como es el caso de esta tradición, que data de la Edad Media y continúa celebrándose cada año coincidiendo con las fiestas patronales y el Tradicional
Encierro del 16 de agosto.
Para la concejal de Turismo, Susana Rodríguez, “es la oportunidad perfecta para que los castellano manchegos descubran una tradición preciosa, cargada de simbolismo y alejada de las formalidades propias de una ceremonia religiosa tradicional, una fiesta alegre y divertida a la que acudir para disfrutar en familia”.
Por su parte, el alcalde, Luis Viejo, agradeció a la Junta la consideración y resaltó “el esfuerzo personal de nuestro equipo de Gobierno para conseguir este reconocimiento, que pone de manifiesto nuestra raíz medieval y multicultural, que celebramos este año con el aniversario de nuestra declaración como Conjunto Histórico Artístico”.
La procesión
Durante la procesión, las autoridades locales comparten camino con la banda de música y la Cofradía de la Virgen de la Peña y junto a ellos procesionan también los gigantes y cabezudos, que con sus varas de mimbre hacen correr a los niños y niñas de la localidad.
Cada miembro de la Cofradía lleva en su mano un ramo de espliego y una vela apagada, junto con el cetro del cargo que ostentan dentro de la directiva de la Cofradía. El origen de esta peculiar procesión se remonta a la Edad Media, según marca la tradición, al periodo posterior a la aparición de la Virgen a la infanta Elima, hija del rey Al-Mamún, cuando se determinó llevar en procesión la imagen hasta la ermita de Santa Ana, ubicada a unos cuatro kilómetros de Brihuega.
Para la procesión, los fieles compraron a un comerciante judío unos hachones de cera y acordaron, en el trato de la compraventa, pagar únicamente la cera consumida durante la procesión, por lo que pesaron los hachones antes de partir con el compromiso de hacer lo propio a la vuelta, para determinar la cantidad a pagar.
Después de unas horas de procesión, y pese a que los hachones habían estado encendidos durante las horas que duró el desfile procesional, la tradición dice que los hachones no habían consumido ni un gramo de cera.
Como cada año, quienes deseen acudir a descubrir por sí mismos esta curiosa tradición, podrán hacerlo el próximo 14 de agosto.